martes, 3 de julio de 2012

PAQUITO NAVARRO UN POCO MAS CERCA,ESTE ES SU RELATO QUE NOS AYUDA A CONOCERLO MEJOR.




Hola a todos, hoy, después de todo lo sucedido, quería compartir con todos vosotros un relato que escribí hace escasos pocos meses, para que me conozcáis todos un poco mejor, sepáis algo más de mi vida, y algo más profundo que lo que os haya podido contar hasta el día de hoy.
No hace mucho tiempo, allá por Navidades de éste mismo año, por supuesto antes de que empezara el circuito PPT 2012, hubo un señor que se llama Santiago, que me solicitó una anécdota graciosa o algún hecho divertido que me haya ocurrido. Me lo pidió para publicarlo en su libro de pádel. Y la verdad que no sabía que contarle, no se me ocurría nada gracioso ni resaltable que contar. Pero un día estaba inspirado, quería contar algo que nunca había hecho en la vida, algo más profundo, que nadie excepto muy poquitos y mi familia sólo saben, pero me iba a llevar su tiempo, y hasta entonces siempre quise contarlo y no pude. Hasta ahora.
Podría reescribir todo y publicarlo, pero aquel día me salió de dentro, y creo que no podría expresarlo mejor como en aquel día, por lo que directamente os “copio y pego” lo que le transmití a mi amigo Santiago:

"Lo que te voy a contar no es una anécdota en sí, pero si es el caso que me ocurrió a lo largo de mi vida padelera de los 6 a los 18 años:

Ya de joven, desde los 6 años, el pádel era un deporte que me encantaba. Y lo alternaba con el otro deporte que adoraba y ocupaba la mayor parte de mi tiempo libre: el futbol. Siempre quería jugar, a todas horas, todos los días, y con quien fuera. Dando el coñazo una y otra vez a mi hermano mayor, al mediano y a mi padre en verano en Aguadulce (Almería) , mi segunda ciudad, para que se quedaran sólo 5 minutitos más en la pista a pelotear conmigo. Todavía me da la risa cada vez que recuerdo a Kiko haciéndome correr una y otra vez de un lado para otro, intercambiando golpes e incluso dejándose perder algún que otro punto para que no cogiera un berrinche de mil demonios. Todavía recuerdo con nostalgia aquellos partiditos que se echaban en la pista de la urbanización Alhambra II mi familia por supuesto, Nono, Paco Barranco, Evelio, Kike, Paco, el Abu, Antonio padre e hijo y un sinfín de personas que todos los veranos se reunían para echar un buen ratillo en la pista aquella de cemento, muro, y de 4 metros. Mi primer torneo fue justo allí, en aquel lugar, con los chicos de mi edad de aquella urbanización, y recuerdo que era el más peque, y que los que realmente destacaban era Fran, Jorge, Pepe, los Rubí y César. Desde los 6 hasta los 9, pasé aquella época deseando que llegara el verano, para por favor poder admirar y jugar aquel maravilloso deporte que me tenía enganchado.
Mi primera clase de pádel fue a los 8 años, en el Club Zaudín de Golf de Sevilla. Quien llevaba a toda aquella gran generación de menores (Los Portes, los Puertas, Pedro Valenzuela, Guille Curbera, los Nieto, los Morillo, los Rubio, las Armenta, y un sinfín de chicos más…) Era el actual seleccionador femenino de España, D. Pablo Mozo, el cual, junto a Salvi, Kiko, Juliana, Guille Barrera y Ricardo hicieron una labor imborrable, y que con el apoyo de gente como Álvaro Lorenzo, nos llevaron a todos los torneos menores que habían por aquel entonces.
Ya a los 9 años empecé a competir en los torneos nacionales de menores, divirtiéndome y destacando ya de chico, pues era seguramente el que más horas le echaba y el más “enfermo” de ese deporte. Y pronto, muy pronto, recibiría mi primera llamada por parte de Ana Bastarreche para convocarme a mi primer mundial de menores.

Fue en México, a los 10 años, y era benjamín. El mundial consistía en una fase de grupos y luego un máster de los dos primeros clasificados de cada uno. En la fase de grupos, ganamos a los futuros campeones del torneo que nos derrotaron en la final en un ajustado tercer set, siendo entonces subcampeón del mundo, y quedándome ya con ese amargo sabor de la derrota de una final con solo 10 añitos, más aún, cuando a aquellos mexicanitos ya les habíamos ganado en la primera fase. Para Jaime Bergareche( mi compañero de aquel mundial) y para mí, fue nuestra primera amargura deportiva y mi primera grabación a fuego lento de lo que era una derrota dolorosa.

No me desmoralicé, y seguí jugando y aprendiendo, hasta que volví a disputar un nuevo campeonato del mundo de menores, esta vez en Brasil. Ahora el seleccionador era Jorge Martínez. Yo tenía 14 años e iba dispuesto a por todas, a dejar atrás aquella final de México. Para mi sorpresa, nos volvimos a encontrar en semifinales contra aquellos mexicanos que nos ganaron hacía 4 años, y les ganamos 6-0 6-0. Era mi oportunidad… la de ser campeón del mundo y quitarme la espinita que aún me rondaba la cabeza desde los 10 años. No obstante, ahí conocimos en la final a un jovencísimo Julio Julianotti, un joven brasileiro que ya por aquel entonces medía lo que ahora, 1´85, y destacaba tanto en físico como por juego sobre el resto de infantiles. Nos ganaron la final 6-4 6-4, y volvía a ser subcampeón del mundo.

No me desmoralicé, y no podía quedarme con aquella espina, dos subcampeonatos del mundo, me hervía la sangre cada vez que recordaba las finales. Y me puse a seguir entrenando, dedicando más y más horas aprendizaje, de entrenamiento.
Mi siguiente mundial, yo tenía 16 años, era cadete, pero por mi compañero de aquel entonces que tenía 18 años, Jose María Laguna, jugué una categoría superior, en Junior, con toda la dificultad que aquello conllevaba. Fue en Badajoz. Fuimos pasando rondas apuradas, en las semifinales ganamos un partido durísimo contra otra pareja de nuestra tierra, Tito Cruz y Miguelito Martínez, y ya estábamos a solo un paso del éxito, de ser campeones del mundo, y encima… ¡en una categoría superior! No se podía pedir más…En la final nos tocaban otros brasileños, sus nombres eran Freitas y Farina, y eran, junto a nosotros, los favoritos del torneo. Jugamos aquel partido algo nerviosos, y tensos por la oportunidad que se nos presentaba, de dejar atrás aquellos malditos subcampeonatos. Y en nuestras manos estuvo…con set arriba, íbamos 5-4 en el segundo set para nosotros, sacando ellos y 0-40, teníamos 3 bolas de partido. ¡Estábamos a un solo punto de ser Campeones del Mundo Junior! pero…No supimos cerrarlo. Remontaron aquel 0-40, ganaron el tie break del segundo set y el tercero perdimos por un contundente 6-1, ya desmoralizados por no haber sabido aprovechar aquella oportunidad de oro. Imaginaos mi cara, no cabía en aquel mar de lágrimas, la tercera vez que quedaba subcampeón del mundo, esta vez, con tres bolas de partido. No lo podía creer. ¿Estaría gafado aquel título para mí?

Ésta vez sí que me desmoralicé, no lo podía creer. Pero a pesar de ello, seguí trabajando, empecé a entrenar con el que es mi actual compañero Adrián Allemandi, seguí aprendiendo a pesar de todo aquello. Pasé la dura barrera de la edad conflictiva de los 15 a los 18 años dejando de lado muchas cosas para poder dedicarme al pádel.
Ya solo me quedaba una sola oportunidad de ganar un Mundial de menores, a los 18 años, siendo Junior, pues ya al año siguiente pasaría a absoluto, y a pelearme con los grandes.

Fue en Argentina, en Buenos Aires, y para ser sincero, la cosa estaba más difícil que nunca, pues habían 5 o 6 parejas de nuestro nivel parecido, incluyendo al brasileiro Julianotti, y no tenía la moral por las nubes después de todo lo sucedido en los mundiales. No obstante, fui a por todas y consciente de que sería mi última oportunidad. Fue el torneo más sufrido, el más sudado, más tenso y difícil que jugué en mi vida. En semifinales remontamos un primer set abajo ante la actual promesa argentina Maxi Cejas por 6-3, ganando los dos siguientes 6-4 y 7-5. Volvíamos a estar en la final, esta vez contra otra pareja española, que le había ganado en semifinales a los brasileños. Ellos eran Jaime Bergareche, y Jero Méndez.
Esta vez sí, por fin, ganamos a la cuarta mi primer campeonato del Mundo de menores, ya nada de lo anterior me importaba, sentía que el pádel me había devuelto todo lo que me había quitado hasta aquel momento, 8 años después, de mi primer mundialito. Era feliz…

Pues bien, ahora estoy en una barrera parecida, pero en absoluto, en el PPT, donde a lo largo de lo que llevo jugando el circuito y hasta hoy, con 22 años, no he pasado de Cuartos, y éste año ni siquiera pasé de Octavos.
Pero la vida me dio una lección, la de nunca abandonar, nunca tirar la toalla, y que el tiempo pondrá todo en su sitio. Con trabajo y esfuerzo, al final estoy seguro que pasaré esa barrera, que me reconcome a día de hoy, pero que tarde o temprano, aprovecharé mi oportunidad."

“El éxito del triunfo no radica en vencer siempre, si no en no dejarse tumbar nunca”. Por Napoleón Bonaparte.

Espero que os haya gustado a todos, y sobre todo, va dedicado a todos aquellas personas que se desmotivan y se vienen abajo después de un mal torneo, que se deprimen y no se van con la cabeza bien alta después de una derrota. Nunca jamás abandonéis, nunca jamás tiréis la toalla. El trabajo y sacrificio, siempre te terminará recompensando.

Un abrazo grande a todos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario